La laguna de Gallocanta, situada en el Sistema Ibérico entre Zaragoza y Teruel, constituye un entorno singular donde confluyen valores biológicos con un medio físico excepcional. Resulta llamativa la existencia de humedales naturales en zonas donde las precipitaciones son muy inferiores a la cantidad de agua que se evapora. Así sucede en Gallocanta y otros humedales salinos de cuencas terciarias ibéricas, como los Monegros y La Mancha. Todos ellos dan lugar a hábitats de gran valor científico y ecológico, así como de interés para la conservación. El carácter endorreico de Gallocanta y su ubicación, a casi 1000 metros de altitud, hacen que destaque entre los humedales de interior en Europa occidental, siendo el mayor lago salino conservado. El clima, semiárido, se caracteriza por una precipitación media anual de 458mm (datos del período 1973-2001), con variaciones de entre 297 y 722mm. La temperatura media anual es de 11ºC, y se han registrado temperaturas extremas de -22,4ºC (17 de diciembre de 1973), y 39,7ºC (30 de julio de 1995). El calor estival y el frecuente viento producen una elevada evaporación en la laguna, no solo en la lámina de agua (1107 mm por año), sino también en las orlas de suelo húmedo y de vegetación (762 mm por año). Debido a que la evaporación supera las lluvias, se produce un déficit hídrico que puede exceder los 500 mm anuales repartidos en 8meses, entre marzo y septiembre, aunque más de la mitad de ese déficit suele darse entre julio y agosto. La laguna se alimenta de aguas superficiales, aportadas por lluvia directa y arroyos intermitentes, y de aguas subterráneas. Debido a que ambos tipos de aporte se hallan condicionados por la variabilidad estacional e interanual de las precipitaciones, se producen constantes fluctuaciones del nivel de agua de la laguna y de su salinidad.
Artículo extraído de Digital CSIC